EL TIEMPO DE LAS TRIBUS
EL AURA ESTÉTICA:
Se habla
sobre el problema del individualismo, o como una forma derivada que es
narcisismo, se halla en el centro de numerosos libros artículos, tesis pero
desde un punto de vista psicológico, histórico, sociológico o político, esto
como un paso obligado para saber sobre lo que es la modernidad y aún más cuando
el individualismo se convierte en la manera explicativa de artículos
periodísticos, discursos políticos, propuestas moralistas y que difunden un
conjunto de pensamientos convencionales y un tanto catastróficas sobre el
ensimismamiento, sobre el fin de grandes ideales colectivos, que talvés no este
destinada a durar mucho tiempo y corre el riesgo de disfrazar o negar nuevas
formas sociales que se dan en nuestros días.
El autor va abordar en parte el tema del
individualismo pero lo esencial es que quiere indicar, describir y analizar las
configuraciones sociales, la masa indefinida, el pueblo sin identidad o el
tribalismo, con la figura emblemática de Dionisio.
Según Becker nos dice que el individualismo es un
bunker obsoleto y como tal merece ser abandonado, y que está en congruencia con
aquel saber antiguo que hace que cada individuo el simple punctum de una cadena
ininterrumpida o incluso de una multiplicidad de que hace que cada quien un
microcosmos, cristalización y expresión del macrocosmos general. (Haciendo una
idea de la persona, de la máscara que puede ser cambiante y que sobre todo se
integra a una variedad de escenas de situaciones que sólo tienen valor por ser
representadas frente a otros.
En el paradigma estético (sentir común) menciona que mientras en la
lógica individualista descansa sobre una identidad separada y encerrada en sí
misma, la persona no tiene valor más que por su relación con los demás. Gilbert
Durand habla de una potencia de impersonalidad que solo permite existir en la
mente de los demás como por ejemplo en un mito en el que participó héroes,
santos o figuras emblemáticas, pero son de cierto modo ideales – tipo, formas
vacías, matrices que permiten que cada quien reconocerse como tal y comulgar
con los demás. Por ejemplo la fé cristiana se puede creer en los diversos santos pero todos ellos tienen a un ser
supremo que es Dios y así la creencia de
estas de todas estas personas forman un
sentimiento en común. Se puede decir entonces que hay momentos en los que lo
divino social toma cuerpo por medio de una emoción colectiva. , son los numerosos ejemplos de
la vida cotidiana que se pueden ilustrar el ambiente emocional secretado por el
desarrollo tribal.
Para el autor la comunidad emocional es una
categoría es decir que nunca existió como tal, las características a estas
comunidades emocionales son su carácter efímero, la composición cambiante, la
ausencia de organización y la estructura cotidiana pero de allí que se
desprender una emoción compartida y la comunalización abierta suscita una
multiplicidad de grupos que llegan a construir una forma de un lazo social.
Desde un punto de vista sociológico sobre los
trabajos de Mario Perniola la estética del nosotros es una mezcla de
indiferencia y de energía puntal, lo que caracteriza a la potencia impersonal
de la proxémica. Durkhein habla de la naturaleza social de los sentimientos y
de destacar su eficacia, dice, nos indignamos en común, evoca claramente la
proximidad del barrio y su misteriosa fuerza atractiva y expresa la pasión en
donde se elaboran las creencias comunes o simplemente se busca la compañía de
los que piensan y de los que sienten como nosotros y que pueden aplicarse a
múltiples objetos y destacan el aspecto insuperable del sustrato cotidiano. La
emoción colectiva es algo encarnado algo que se desarrolla en el conjunto de
facetas, es decir una mezcla de grandezas y bajezas, de ideas generosas y
pensamientos mezquinos, de idealismo, en suma del hombre.
A la sensibilidad colectiva sea cual fuera el
nombre que se le dé (emoción, sentimiento, mitología o ideología), al superar
la atomización individual crea una especie de aura que va a especificar tal o
cual época y así tenemos por ejemplo el aura teológica de la edad media, el
aura política del siglo XVIII o el aura progresista del siglo XIX. Y se puede
decir que lo que caracteriza a la estética del sentimiento no será una
experiencia individualista o interior sino algo que por su misma esencia es
apertura para los demás, al otro, apertura que connota el espacio lo local la
proxémica que se juega el destino común y es lo que permite establecer un
vínculo estrecho entre el aura estética y la experiencia ética.
EXPERIENCIA ÉTICA:
La historia puede promover una moral (una
política), mientras que el espacio puede favorecer por su parte una estética y
secretar una ética. Parecería que en la actualidad estuviera produciéndose una
evolución en vías de extinción así desde pequeños agrupamientos productivos que
según Silicon Valley lo llamo grupismo que por ejemplo en las empresas
japonesas se percata de una tendencia comunitaria que puede correr a la par
con la alta operatividad tecnológica o
económica, considerando a A Benque puentualiza que el grupismo se diferencia
del gregarismo por el hecho de que a cada uno de los miembros del grupo,
conscientemente o no se esfuerza ante todo por servir al interés del grupo en
vez de buscar simplemente refugio en él. Desde una perspectiva formista ,la comunidad
se caracterizará menos por un proyecto orientado hacia el futuro que por la
realización de la pulsión del estar juntos, haciendo referencia a la vida
cotidiana como darse calor, codearse, rozarse, pueden ser éstas tal vez el
fundamentos más simple de la ética comunitaria.
El ideal comunitario se encuentra en la ideología
populista y más tarde en la anarquista cuya base es precisamente el
agrupamiento proxémico, para los rusos Bakulunin y Herzen la comunidad aldeana
constituye la base misma del socialismo en marcha. F. Venturi en su libro sobre
el populismo ruso del siglo XIX señala la conexión que hay entre estas formas
sociales y la búsqueda de una moralidad diferente pero más allá de su todo
conjunto social posee un fuerte contenido de sentimientos vividos en común y
son estos los que suscitan está búsqueda de una moralidad diferente que el
autor prefiere llamarla experiencia ética.
Por otro lado la oposición clásica dice que la
sociedad se halla orientada hacia una historia que está por hacerse mientras
que la comunidad agota su energía en su propia creación, es esto lo que permite
establecer un nexo entre ética comunitaria y la solidaridad y uno de los
aspectos llamativos de este nexo es el desarrollo del ritual que es repetitivo
su única función es que consiste en confortar el sentimiento de sí mismo en un
grupo dado. En el ritual se ve una solidaridad y como lo indica L. V. Thomas
implica la movilización de la comunidad, el ritual por su repetitividad asegura
el perdurar del grupo.
Vivir la propia muerte cotidiana podría ser el
resultado de un sentimientos colectivo que ocupa un lugar privilegiado en la
vida social y esta sensibilidad común es la que favorece un ethos centrado en
la proximidad. G. Le Bon se habla que las reglas derivadas de la equidad
teórica pura no pueden conducir las muchedumbres ya que generalmente la
impresión juega un papel no desdeñable. Lo que equivale decir que la justicia
misma está subordinada a la expresión cercana y que la justicia abstracta y
eterna está relativizada por el sentimiento (sea éste de amor o de odio) vivido
en un territorio dado.
La sensibilidad común proviene del hecho de que
participamos o correspondemos en el sentido amplio y tal vez algo místico en un
ethos común, para formular una ley sociológica lo que se privilegia no es tanto
aquello a lo que cada quien va a adherir voluntariamente si no a lo que es
emocionalmente común a todos.
Esto es la experiencia ética, lo que traduce el
resurgimiento del orden falsamente moral, pues pretende racionalizar y universalizar
reacciones o situaciones precisas y presentarlos como apriorismos y lo que
realmente es que su fuerza es el hecho de hallarse completamente ligadas a una
sensibilidad local y es solo a posteriori que se encadenan formando un efecto
de estructura global. Como decía Walter Benjamín la sensibilidad colectiva
proveniente de la forma estética desemboca en una relación ética, y cabe
insistir en ello ya que éstos adoptan las formas más diversas a veces se
manifiestan de manera macroscópica informando los grandes movimientos de masa
como x ejemplo las cruzadas, las revueltas o las revoluciones políticas y
económicas o a veces se hacen de manera microscópica sea como fuera trata de un
aura cuyo orbe más o menos extendido y sirve de matriz a esa realidad que es la
socialidad.
La comunidad emocional, la categoría orgiástico –
extática o aquello que el autor llama la forma dionisíaca esta salida de sí
mismo, es el éxtasis que se halla en la lógica del acto social. Todo esto para
dar un término que el autor quiere emplear que es el de Tribu o de Tribalismo y
de este modo insistir en el aspecto del compartir sentimental de valores o
ideales y que se encuentran bajo modulaciones diversas de experiencias sociales,
un ejemplo de estos es el pueblo judío que vivió intensamente el sentimiento
colectivo de la tribu lo que no le impidió a los largo del tiempo asegurar su
permanencia de valores en generales y cosmopolitas, una religión tribal que le
permitió resistir la asimilación de modos de vida tribales que fundaron su
comunidad de destino y una sexualidad tribal que garantizó su perdurar por
medio de múltiples vicisitudes que sufrió.
Se puede decir que los valores tribales son los que
en determinados momentos caracterizan una época. El momento tribales algo que
se perfecciona, se prueba, se experimenta antes de emprender el vuelo hacia una
mayor expansión en este sentido la vida cotidiana podría ser lo que permite
comprender como la vivencia y la experiencia compartida permiten que se lleve a
cabo la transmutación la nada o el casi nada se convierte en una totalidad los
rituales minúsculos se invierten hasta convertirse en la base de la socialidad.
Se puede decir entonces que la ética es en cierto
modo el cimiento que va a reunir los diversos elementos de un conjunto dado. Y
de está ética cotidiana al ser una expresión de la sensibilidad colectiva nos
introduce de lleno en la vida de las tribus que en su conjunto constituyen la
sociedad contemporánea.
LA COSTUMBRE:
Evoca lo trivial la vida de todos los días en suma
la costumbre según G. Simmel es una de las formas más típicas de la vida
social. La costumbre determina la vida social, nos vemos así remitidos a una
acción duradera que inscribe profundamente en los seres y las cosas, la manera
de ser con los demás en este sentidos después de la estética (el sentir en
común) y la ética (la argamasa colectiva), la costumbre es una manera de
caracterizar la vida cotidiana de los grupos contemporáneos.
La costumbre es el conjunto de los usos comunes que
permite que el conjunto social se reconozca por lo que es, la costumbre es lo
no dicho el residuo que funda el estar juntos que parte de una existencia
social, la duplicidad, la astucia, el querer vivir se expresan por medio de una
multiplicidad de rituales, de situaciones, de gestualidad, de experiencias que
delimitan un espacio de libertad.
El autor considera que al conjunto dado desde el
microgrupo hasta la estructuración estatales una expresión de lo divino social,
pero según diversos historiados y religiosos han demostrado que lo sagrado es
algo misterioso, atemorizante, inquietante y que conviene contentarlo, negociar
con él y las costumbres son lo mismo. Se puede decir que al igual que el ritual
litúrgico torna visible a la Iglesia, la costumbre hace por su lado que una
comunidad exista como tal.
La plazoleta, la calle, la tienda, el café, los
quioscos, etc son las diversas manifestaciones de triviales de la socialidad,
es lo que suscita el aura específica de tal o cual barrio. Gilbert Durant llama
trayecto antropológico y que se trata de una conexión que hay entre las grandes
obras de la cultura y esta cultura vivida, al día constituye la argamasa de
toda vida societal, como se ve se trata de que la sensibilidad colectiva tienen
bastante o poco que ver con el dominio económico-político que ha caracterizado
a la modernidad, esta sensibilidad se vive en el presente, se inscribe en un
espacio dado y de este modo produce cultura cotidianamente.
En esta comprensión de la costumbre como hecho
cultural, permite apreciar la vitalidad de las tribus metropolitanas y que
estas secretan un aura (la cultura informal) en el que todos nos hallamos
inmersos y que todo esto nos llevar a la proxémica. Por ejemplo en la antigua
sabiduría popular dice que la vida es dura con los pobres, y que el dinero se
gana fácilmente y que por tanto hay que prestarse ayuda mutua, pues más allá de
la democracia hay un efecto de una simbólica común. Desde una dimensión
socioampropológica se ve la íntima relación que existe entre la proxémica y la
solidaridad de cierto modo la ayuda mutua puede hacerse recíproco el día que lo
necesite de esta manera todos se hallan incluidos en un proceso de
correspondencia de participación. Bajo sus diversas modulaciones la palabra
compartida, el secreto compartido es la principal argamasa de toda socialidad.
Este sentimiento colectivo de fuerza común se trata
de la convivialidad: de espacios públicos que son regiones abiertas en general
como en la eucaristía cristiana hay la unión de los fieles y la unión con Dios
es así como en el hecho de tomar un café con alguien, al dirigirme al prójimo,
es la deidad a quien me dirijo y vemos así a lo que reúne lo divino, el
conjunto social y la proximidad. Y cabe recordar que lo divino es extraído de las
realidades cotidianas que se elabora poco a poco en el compartir de gestos simples y rutinarios en este sentido en que
el hábito o la costumbre sirven para concretar la dimensión ética de la
socialidad.
La expresión de una emoción común hace que nos
reconozcamos en comunión con los demás y habría que ver si los medios de
comunicación va a favorecer dicha sensibilidad. La comunicación da la
estructura de la realidad social, se puede ver que la costumbre es una de sus
modulaciones, con el predominio de la actividad comunicacional el mundo es
aceptado tal y como es lo que permite a lo que en otra parte se lo a llamado
dato social, de ahí que surge la relación que se puede establecer entre la
costumbre y la comunicación, el dato social con el cual cada uno contará de ahí
el compromiso de unos con otros y a esto el autor lo llama tribalismo.
Por ultimo cabe resaltar dos países Brasil y Japón
como ejemplo que no han hecho del individualismo el fundamento de su desarrollo
que tienen una vitalidad innegable y ejercen una fascinación que parece va a
perdurar cuyo prototipo es esencialmente rituálica y su estructura es la tribu
(o el reagrupamiento orgánico) y que estos son polos de atracción del
imaginario colectivo y esto desde un punto de vista existencial, económico y
cultural. Estos ejemplos se dan para indicar como alternativa al principio de
autonomía y que este principio contraviene al modelo activista que construye la
modernidad.
De hecho al periodo de desencantamiento el mundo
menciona que estamos asistiendo a un verdadero reencantamiento del mundo
digamos que ante unas masas que se difractan en tribus o ante tribus que se
incorporan en masas, dicho reencantamiento utiliza como principal cimiento una
emoción o sensibilidad vivida en común.
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